¿Quién es ella?
Vivió en Alemania hasta 1933 y, en 1941, tras la ocupación alemana de Francia se estableció en Nueva York. Fue profesora de las Universidades de Berkeley, Princeton, Columbia y Chicago. También se desempeñó como directora de investigaciones de la Conference on Jewish Relations (1944-1946) y como colaboradora de diversas publicaciones periódicas como Review of politics, Jewish Social Studies, Partisan Review y Nation.
Dividió conscientemente sus actividades entre la filosofía y la teoría política, llegando a adquirir un sólido prestigio tanto en Europa como en América.
Pensadora audaz, difícilmente encasillable en ninguna escuela filosófica, pero al mismo tiempo capaz de percibir eso de más valor (la vida, la muerte, el absoluto) que se halla en juego en el corazón de las cuestiones históricas y políticas concretas.
Dedicó su vida a la reflexión más honda sobre un tiempo lleno de contrastes como fue el siglo XX y siempre se mostró activamente en la esfera pública interesada en la dignidad del quehacer republicano.
A la hora de reflexionar sobre el poder Arendt asegura que el fenómeno fundamental del poder no es la instrumentalización de una voluntad ajena para los propios fines, sino la formación de una voluntad común en una comunicación orientada al entendimiento. El poder se deriva básicamente de la capacidad de actuar en común.
Habermas la definió como una convencida demócrata radical, su biografa Elisabeth Youn-Bruehl la presentó bajo una fuerte imagen de conservadurismo revolucionario. Lo cierto, es que Arendt era original en materia de pensamiento y nunca quiso abandonar esa condición.
En 1951 publicó Los orígenes del totalitarismo, quizás su libro más famoso, al que siguieron textos tan fundamentales para el pensamiento contemporáneo como Sobre la revolución (1963), Hombres en tiempos de oscuridad (1968), La condición humana (1969), La vida del espíritu (1971) o la crisis de la República (1972).
Pasó sus últimos años ejerciendo la enseñanza en la New School for Social Research, murió en 1975.
Bibliografía de Hannah Arendt:
· Lo que quiero es comprender, 2010
· La promesa de la política, 2008
· Karl Marx y la tradición del pensamiento político occidental ,2007
· Ensayos de comprensión, 1930-1954 ,2005
· Una revisión de la historia judía y otros ensayos ,2005
· Responsabilidad y Juicio, 2003
· Hannah Arendt: diario filosófico (1950-1973), 2002
· De la historia a la acción, 1998
· ¿Qué es la política?, 1997
· El concepto de amor en San Agustín, 1996
· Entre amigas, 1996 (2006)
· Correspondencia 1926-1969 y otros documentos de los legados,1990 (2000)
· Conferencias sobre la filosofía política de Kant, 1982
· La vida del espíritu, 1978
· Tiempos presentes, 1975
· Crisis de la república, 1972
· Sobre la violencia, 1970
· Hombres en tiempos de oscuridad, 1968
· Una revisión de la historia judia y otros ensayos, 1966
· Eichmann en Jerusalén: Un estudio sobre la banalidad del mal, 1963
· Sobre la revolución, 1963
· Entre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios sobre la reflexión política, 1961
· La condición humana, 1958
· Rael Varnhagen: La vida de una mujer judía, 1958 (2000)
· Los orígenes del totalitarismo, 1951
· La tradición oculta, 1940
CONCEPCION FILOSOFICA:
Antropológica:
Ontológica:
Epistemológica:
Ética:
Arendt sostiene una concepción contingente del sujeto político y por eso es que cuestiona el determinismo histórico y el iusnaturalismo. Para nuestra autora, el ser humano tiene la posibilidad de cambiar cuando quiera gracias a que cuenta con la facultad de la libertad (que, en términos de Berlin, corresponde a la libertad positiva). Y por esa libertad es que el ser humano no sólo puede autodeterminarse, sino también ser creativo. Sólo que, con nuestra filósofa subraya los efectos políticos de la creatividad misma, como lo hace al hablar de la "natalidad" en la acción política.
Además, el concepto arendtiano de libertad política resulta de un interesante ejercicio ecléctico que vuelve compatibles el sentido positivo de la libertad con la idea griega de la política, de donde obtiene un concepto que exhorta emotivamente a la participación pública. Y esto se deja ver en cuanto que la libertad política ya no será concebida como un efecto necesario de la liberación; el hombre ya no debe esperar a que estén dadas las libertades negativas para que sea posible la participación pública, porque será en el ejercicio de la libertad positiva que pueda crear espacios políticos. Nuestra autora considera que no debemos esperar a que las formas de gobierno sean honestas o a que la cultura política sea democrática para interesarnos en lo público.
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